Han pasado 48 días desde que con postizas luces ordenó iluminar a media noche las penumbras del chato salón de sesiones del Consejo Regional para luego de instalarlo marchar con su séquito a su tierra natal en la que emitió un juramento escoltado de un ñoño discurso al cual sus rentadas huestes aplaudían intermitentemente al tiempo que los remanentes trabajadores CAS de la anterior gestión eran impedidos de ingresar a su centro laboral, al tiempo que algunos dirigentes de construcción civil le exigían trabajo que consideran un derecho que emana de haber sido falange de portátil, al tiempo que buscaba encuadrar los perfiles de sus funcionarios de confianza, de sus lumbreras, en los instrumentos de gestión de su régimen regional.
No han pasado 100 días de su gobierno y se han desactivado programas sociales regionales que paliaban en algo los efectos de la inequitativa distribución de la riqueza. No han pasado ni 100 días de su gobierno y ha amagado dejar sin presupuesto a la educación (al Colegio Politécnico Regional del Centro, al Politécnico Túpac Amaru, a la I.E. San Ramón de Tarma, a la Universidad Juan Santos Atahualpa), a la salud (al Hospital Domingo Olavegoya) y al transporte (la carretera JU 100 en Huancayo y la carretera JU 108 en Junín). No han pasado 100 días y ha desagendado la Agenda Junín.
Días han pasado que su prensa lisonjera ha hecho de la descripción de sus actos y el de sus acólitos consejeros regionales, rimbombancias de gestión con frases como “El gobernador visitó…”, “El gobernador se reunió…”, “El gobernador verificó…”, “El gobernador conversó…”, “El gobernador constató…”, como si los actos de rutina gubernamental fueran obras o inversiones públicas, como si los actos de protocolo acabaran con el hambre o el infra desarrollo. Días han pasado que su prensa lisonjera llena de rimbombancia actos cotidianos y menudencias como plantar arbolitos, ofrecer máquinas para mantenimientos de trochas o caminos vecinales, o hacer lo que ya los ministerios hacen al menos desde tiempos de Humala (dotar de presupuesto a proyectos de saneamiento rural), en suma, actos de rutina que en la mente del gobernador son Revolución Agraria.
Días vienen, si n o hay problemas o los crea, de prosecución de la inercia de la ejecución de obras legadas de sus antecesores que seguro se irrogará, mientras tanto, a celebrar el día de condón o a disfrutar de la ruta del Huaylarsh. Un gobernante sin luz, sin lumbreras. Un gobernante de inercia desacelerada.